Biorritmo de otoño en la vida cotidiana



“Para hacerse íntegramente fuerte, hay que eliminar a conciencia todo lo que nos degrada, todo lo vulgar, sólo así se adquiere la infatigabilidad que permite desarrollar ciclos completos de actividad”





Leí esta expresión en un texto y, desde entonces, cada vez que me atasco o siento que estoy perdiendo «marcha» o debilito, me pregunto ¿dónde me he degradado?

Hace ya algún tiempo me propuse conseguir unos niveles de ejecución y desarrollo personal impecables y, desde ese día (han pasado lustros), infinidad de experiencias me han confirmado que, todo aquello que nos aleja de nosotros mismos, de nuestra identidad biológica, nos degrada, nos rebaja y, por último, nos enferma hasta morir. Pero antes de que este ciclo de degradación culmine, son incontables las veces en las que nos vamos a sentir mal, débiles o vulgares, según el contexto.

Entiendo por vulgar, lo contrario de único, de poco corriente, de excepcional.

Curiosamente, el biorritmo que comienza con el equinoccio de otoño, es un biorritmo que nos invita a eliminar, a expulsar de nosotros todo rastro de debilidad, de inseguridad, de vulgaridad o de estancamiento. Es una época para fortalecernos física y emocionalmente. Es una época para madurar y asumir nuevos compromisos.