Una vida consciente vale la pena


Solo tienes que poner manos a la obra  y dejarte abrazar por la consciencia.

Algo que suele suceder, mientras crecemos, es que cuando se quema o supera una etapa de aprendizaje dejamos atrás los espacios donde desarrollamos dicho aprendizaje. Esto sucede con nuestra ropa, que va quedándose pequeña, con nuestra cuna, con nuestros libros y cursos escolares, con nuestros espacios educativos, escuela, instituto y universidad y finalmente nuestro hogar familiar... Estos son los espacios habituales por donde transcurre el itinerario de formación y crecimiento físico-intelectual en la cultura europea. 

En un texto anterior traté sobre cómo resolver los vínculos negativos que nos atan a dichos espacios (al pasado), vínculos que se crean cuando dichos espacios no fueron superados con éxito. En éste, voy a explicar cómo establecer vínculos positivos, cómo circular por los espacios, una vez que se llega a la edad adulta.

La persona adulta establece vínculos conscientemente y siempre en función de la etapa, propósito o intención que le haga conectar con dicho espacio. Esto es así tanto para los espacios personales (familia, pareja, hijos, amistades…), como para los espacios socio-profesionales (empleo, comercio, sociedad, política, etc.) Cuando somos adultos, una prenda de ropa elegida con buen criterio puede durar años y después ser sustituida por otra que ocupe su misma función. Utilizando esta analogía, un espacio personal o profesional debería ser elegido, en base a criterios conscientes, para no malgastar tiempo en elecciones erróneas y encontrarnos, al cabo de un tiempo, que la experiencia invertida en dicho espacio ya no nos aporta satisfacción, lo que nos conduce, de no poner remedio, a la separación, al despido o cese voluntario, según los casos.

Nuestra sociedad ha crecido tratando de ajustar estas circunstancias y lo ha hecho aceptándolas como naturales, por lo que se ha limitado a crear leyes y normas que las regulen (ley divorcio, leyes despido, etc.) La inmensa mayoría piensa, al igual que con el binomio salud-enfermedad, que es natural que las relaciones fracasen y que los empleos se pierdan, en todo caso, es cuestión de mala suerte. Y lo acepto con la condición de que se acepte también como natural que un edificio de 10 o 20 años se derrumbe sin más, o que un coche nuevo nos deje tirados en medio de la carretera o que un avión se estrelle matando a 200 personas.

¿Por qué nos horrorizamos cuando se estrella un avión, dedicando meses, incluso años a buscar las causas del hecho y no nos horroriza pensar en la inestabilidad que rodea a los espacios amorosos y laborales adultos?

¡Nuestra cultura ha aceptado la derrota y elige pensar que los fracasos amorosos son imprevisibles al igual que los profesionales!

    • Fracaso amoroso es toda aquella relación que nos deja dolidos, tristes, amargados, exhaustos, desconfiados de la vida, del amor, de los hombres o de las mujeres. Incluso si no ha existido separación o divorcio. 
    • Fracaso laboral es todo aquel tiempo empleado en trabajar, que no transcurre de forma positiva, lúcida, amena, a veces incluso divertida, dejándonos la sensación en la piel (en nuestra memoria), de tiempo bien utilizado, bien invertido, bien desarrollado, bien colocado y, por supuesto, bien remunerado. 

Como podréis observar, la vida está llena de fracasados. Los fracasos de la humanidad se acumulan día tras día, año tras año, siglo tras siglo, milenio tras milenio.

¿Qué podemos hacer para que nuestra vida amorosa y laboral no se convierta en un fracaso? ¡Aportar conciencia desde ahora mismo!

Olvidarnos del pasado y comenzar a cuestionarnos, desde ya, el propósito o intención que nos impulsa, que nos alienta a la hora de amar y a la hora de laborar. Difícil tarea para algunos, a los que aporto la solución de buscar ayuda o asesoramiento. Aun así, os recomiendo pegar en un lugar bien visible esta frase ¿Con qué propósito o intención me acerco o hablo? y usarla como reflexión diaria antes de interactuar con los diferentes espacios por los que transcurre nuestra vida diaria. Tanto da si es ¿Con qué propósito me visto? como ¿Con qué propósito voy al gimnasio? ¿Con qué propósito hago el amor? ¿Con qué propósito me dirijo a fulanito...?

La clave de este ejercicio está en saber que la intención que aportamos es la moneda de cambio que se utilizará, esto es, lo que se da se recibe. 

Y algo muy importante, si no haces consciente tu propósito a modo de alta, prevalecerán los propósitos de los demás o el ambiente del espacio grupal en el que te insertas.

Sirva también esta reflexión para esclarecer las causas de todo tipo de conflicto o discusión que siempre están ocultas en propósitos inconscientes o ilícitos. Si estamos en medio de una crisis, o en un cambio de etapa importante, es de vital importancia cuestionarse el propósito o intención que animó en el pasado la integración de dicho espacio personal o profesional en nuestras vidas.

Clarificar el propósito de inicio (aunque fuera inconsciente) cierra definitivamente las puertas de la crisis, aunque sus efectos puedan notarse, durante algún tiempo, en función del tiempo transcurrido en dicho espacio. 

Hay que entender el concepto de crisis como los fenómenos o señales de cambio que acontecen cuando una etapa va a ser superada o finalizada. Si la etapa a cerrar ha sido importante o larga, las señales de crisis son claras e inequívocas, pues marcan el periodo de transición. Para los que estáis decididos a superar etapas de forma positiva, esto significa también acabar con las futuras crisis, pues toda etapa que se cierra de forma crítica o negativa, se debe a que se inició en forma inconsciente y, por tanto, las motivaciones no estaban bien definidas.


Llegamos al punto clave de este texto:

Hoy día ¿es posible mantener viva (feliz, estable) una relación amorosa de por vida? ¿Se puede evolucionar en positivo a lo largo de los años en un mismo espacio profesional?

Sí. Pero se necesitan algunos requisitos.

El primero de ellos, haber superado el pasado, ya que en dicho espacio se encuentra la memoria de fracaso de toda la humanidad y es imposible compatibilizar dicha memoria con la memoria de éxito continuo. 
El segundo, recibir un entrenamiento que nos permita positivar y aprender a vivir en positivo, día tras día. Este entrenamiento nos capacita para identificar propósitos, clarificar intenciones y elegir espacios coherentes con nuestra evolución. 

Es imposible superar la memoria de fracaso-dolor de la humanidad sin una educación específica y ésta no se está recibiendo en las aulas. Las personas sobreviven como pueden en medio de su dolor; las leyes tratan de ordenar ese mismo dolor y, mientras tanto, la vida cotidiana expresada como concepto de felicidad, de armonía, de belleza, de sencillez, queda como algo utópico, como algo imposible de realizar. Queda mucho por hacer pero no es imposible. En tus manos está superar cada nuevo día con amor y en plenitud.

Sólo tienes que poner manos a la obra...