Si quieres, puedes...






La intención de este texto es animar a todas aquellas personas que todavía sueñan con un futuro mejor y que mantienen vivas sus ilusiones para que perseveren en la disciplina de escribir diariamente pues, en principio, es la única forma que existe de recuperar el tiempo perdido. (Salud, amor, energía, etc.)

Cuando una persona nace, su conciencia del tiempo es nula, esto es igual a decir que su conciencia personal es cero, como el cuenta kilómetros de un coche cuando sale de fábrica.

La persona encargada de contabilizar-registrar la sucesión de los hechos, en nuestro tiempo de bebés e infantes, es la madre. Su percepción del tiempo será la que registraremos como propia una vez que tomemos conciencia de nuestra memoria o vida personal. Y aquí surge el meollo de la cuestión: al margen del registro temporal de nuestra madre, existe otro registro de nuestro tiempo personal, sólo que éste está grabado de forma inconsciente y no se activará conscientemente hasta la pubertad. 

Este archivo es nuestra memoria corporal con todo su bagaje físico-emocional. Y si la memoria que nuestro cuerpo tiene archivada, que es la auténtica y genuina, no es coherente con la registrada por nuestra madre (con su versión de los hechos), nuestra vida, nuestra salud y la percepción de nuestra memoria de inicio estará hipotecada y, por tanto, no tendremos acceso a ella. 

Una herramienta indispensable, para que el pasado no se instale en el presente, es llevar un diario donde registrar sentimientos e ideas, con el fin de valorar conscientemente la sucesión de los hechos.