Un mundo ideal



«Un mundo ideal es aquel en el que nada ni nadie es impuesto por la fuerza ni con violencia, un mundo en el que todo el mundo respeta y es respetado. Un mundo donde los niños crecen en paz y sin prisas, rodeados de personas que les dedican tiempo y atención.


Un mundo donde las personas mayores son contempladas como pilares de sabiduría, haciendo innecesario el uso de cualquier otro método de enseñanza Un mundo donde el compartir es algo automático, donde la pobreza y la riqueza no existen pues cada individuo usa lo necesario para vivir y comparte el resto considerándolo un bien común.

Un mundo donde trabajar ya no es sinónimo de esclavitud o tortura, donde cada persona es libre de hacer lo que le resulta más fácil disfrutando de todo el tiempo libre que necesita. Cada persona es responsable de ella misma y del lugar que ocupa en la sociedad de acuerdo a sus funciones pero ninguna tiene el derecho de gobernar sobre las demás. Al contrario, las personas encargadas de administrar tienen que ser capaces de llevar sobre sus hombros responsabilidades extras derivadas de su dedicación al bienestar común.

Y todo ello a cambio de nada ya que, una vez cubiertas sus necesidades, les basta con la satisfacción del deber cumplido. Su dedicación viene impuesta por su visión de futuro, la única que nos adjudica el derecho de servir a los demás.

La educación es algo tan sencillo y natural como comer y beber y los oficios y valores se transmiten de padres a hijos creándose un árbol social de raíces fuertes y profundas imposibles de arrancar. Las escuelas no son necesarias pues los valores inherentes al ser humano son desarrollados, por igual, en cada pueblo o nación. Cualquier aprendizaje viene dado por la experiencia y la práctica, sin necesidad de métodos de enseñanza, ni libros y mucho menos exámenes.

La enfermedad no existe pues al no existir la mentira social ni personal está erradicada; el contacto con la naturaleza es la única forma viable de entender la vida y al no acumular presiones, la natalidad es regulada de manera natural.

Religión y política están abolidas por obsoletas y no hay líderes, tal como ahora son contemplados, pues cada individuo ejerce su derecho a ser, estableciéndose asambleas minoritarias donde se comparten ideas y  se establecen acuerdos; de estas asambleas salen los responsables de llevar la voz de su asamblea a otras asambleas. Y así, sucesivamente, hasta coordinar los distintos pueblos de una misma comarca o región y son los climas y hábitats naturales los que determinan las diferentes formas o culturas de la tierra.

Cada pueblo o comarca tiene derecho a la autogestión, siendo responsable cada individuo del mantenimiento de su vivienda y espacio habitado. Los espacios comunes se trabajan en colectividad no pudiendo escapar nadie de este servicio social. Los impuestos no existen pues todo el mundo entiende su servicio como una colaboración al bienestar común, dedicando voluntariamente parte de su tiempo a ello.

El comercio tampoco tiene sentido, pues todo el mundo tiene derecho a disfrutar de los bienes necesarios para vivir con dignidad y los excedentes pasan a formar parte del colectivo, siendo las asambleas las que deciden el uso dado a estos bienes.

En las asambleas, todo el mundo tiene derecho a exponer sus ideas, salvo los niños que deben ser escuchados en el seno familiar hasta llegar a la madurez. Para aceptar una decisión, todo el mundo debe de estar de acuerdo, no pudiendo imponerse una decisión por mayoría.

Ha de haber unanimidad, una persona, un voto, alargándose las asambleas el tiempo que es necesario. No hay debate, sólo la regla de hablar y escuchar por turnos, hasta que todo el mundo está de acuerdo. El único precepto que rige la asamblea es el del «bien de la comunidad» quedando excluido todo interés personal. No hay necesidad de gobiernos centrales pues cada región o comarca es independiente y auto gestionable. 

La especie humana tiene suficiente control del tiempo y del espacio para no habitar regiones inhóspitas donde la autogestión se hace imposible, buscando establecer sus hogares y comunidades en regiones de climas afines al ser humano y poniendo límite al desgaste continúo de recursos planetarios como el agua, la madera, el carbón o petróleo, los animales o, la misma tierra, sometida a cosechas continuas.

Las relaciones entre comarcas son de vecindad y al no existir la pobreza ni la lucha por el espacio, las guerras no hacen su aparición. En caso de necesitar solución para algún problema colectivo, la asamblea envía un delegado a otra región o comarca para pedir ayuda. La ayuda recibida es siempre en forma de experiencia y conocimientos, una especie de tutelaje hasta que el problema queda solucionado. Una vez resuelto, la delegación o persona enviada vuelve a su pueblo

Por supuesto, el concepto de viaje de placer o de turismo no existe ya que no tiene razón de ser. La inquietud de conocer nuevas tierras o culturas va ligada a la falta de paz, interior o exterior y, por tanto, los humanos nacidos y crecidos en paz y armonía, no sienten necesidad de partir lejos de su hogar o de conocer nuevas tierras, se sienten enraizados y no conciben otras formas de vida más que la suya. Los únicos viajes viables son los dispuestos por las asambleas para el intercambio de ideas o proyectos de cooperación entre pueblos o aldeas vecinas con intereses compartidos…»

Fin...
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Sé que el mundo que contemplo y que me rodea no se parece en nada al que mi mente y mi corazón vislumbran y que dejo expuesto en estas líneas. Sé que este mundo «real» existe pero también sé que el mundo que «yo veo» existe; que si está en mi conciencia puedo llegar a materializarlo con la esperanza de que, algún día, la especie humana cierre el ciclo en el que ahora se encuentra y comience un nuevo ciclo de amor y paz.

Sé que para el conjunto de la humanidad quedan años de oscuridad hasta que amanezca un nuevo día, pero yo ya no puedo esperar más y necesito vivir conforme a mis referencias internas. Pero no me queda más remedio que seguir adelante pues la vida, fuera de las propias convicciones, no merece ser vivida.

Lo único que necesito es traer a mano mis ideas, sentirlas, practicarlas, usarlas como una plantilla gráfica y superponerlas sobre el mundo caótico y disperso que me rodea. Cuando sienta que algo se ajusta y brilla, que algo llama mi atención y me hace vibrar, será una pista, un paso a seguir en mi nuevo modelo del mundo


· La vida es fácil y bella... ¡merece la pena vivirla!
· Haz realidad tus sueños de paz y amor y aléjate de todo lo que altere la paz de tu sonrisa.

Dedicado especialmente a todos aquellos que vislumbran un mundo lleno de amor, paz y prosperidad ¡para todos!

Ana Ávila