Hace algún tiempo supe de la importancia que tiene para la salud y el equilibrio emocional de la persona el acto de presentarse formalmente. En las culturas ancestrales «sabían» de la importancia de este ritual y por ello desarrollaron protocolos que garantizaban el paso (de entrada o salida) de las personas por la vida de otras personas ya que sabían que, en verdad, este ritual no era una mera formalidad.
La importancia de los ritos, celebraciones y demás protocolos de actuación a la hora de ser una persona feliz...
Así pues, cuando una persona llegaba a la vida de otras personas, el acto de presentarse o presentarla era considerado de vital importancia para su integración social y/o familiar. Metafóricamente hablando toda persona que llega a nuestra vida podría ser considerada un regalo o «presente» todavía por descubrir...
De todos aquellos protocolos que se desarrollaron en la antigüedad para garantizar la solidez de las estructuras sociales y familiares, apenas queda una pequeña muestra en forma de celebraciones oficiales u oficiosas, la mayoría de las veces «ejecutados» de forma mecánica y con el fin de garantizar un soporte administrativo. La sociedad, en su conjunto, ha derivado hacia un «lo que cuentan son los hechos» y sólo los más tradicionales optan por los protocolos establecidos, quizá con la excepción del ritual del matrimonio al que todavía muchas parejas acceden de forma oficial con el fin de dar solidez a su unión de cara a la sociedad…
Actos u eventos protocolarios hay muchos pero todos ellos coinciden en su función de hacer presente o formalizar un nuevo estado (desarrollo o mérito personal), del individuo de cara a la sociedad: bautizo, cumpleaños, comunión, graduación, licenciatura, mayoría de edad, compromiso, matrimonio, doctorado, ascenso, cargo honorífico o premio extraordinario, etc. etc. etc. En todos estos casos se presenta/celebra un nuevo estatus dentro de la estructura social o familiar con el fin de que nuestra «tribu», pueblo o nación, sepa qué o quién eres y de dónde vienes.
En una novela que leí hace algún tiempo me sorprendió gratamente el ritual de presentación que se ejecutaba cada vez que una persona desconocida llegaba a la tribu. Dicha persona se hacía presente nombrando uno por uno todos sus nombres y méritos personales, el espacio y clan de dónde provenía y después una por una las hazañas o historias más relevantes de las que había formado parte y que habían dado «carácter» a su historia personal. Cuando la presentación terminaba (a veces podía durar horas), los demás SABÍAN, en verdad, qué y quién era esa persona y qué era lo que les aportaba con su llegada, lo que les permitía otorgarle el espacio apropiado dentro de sus vidas para ejecutar su tiempo a la perfección.
Hacerse presente significa hacerse ver y oír y para ello tienes que tener asumida tu historia, qué y quién eres y de dónde vienes.
Hoy día y por lo general, este sencillo acto de presentarse se difumina en un «hola soy fulanit@ de tal» y un «me dedico a tal o cual» dejando el resto de la historia en el aire, lo que hace que la otra parte tenga que jugar a la adivinación o iniciar un interrogatorio en toda regla, ya que SABER con quién nos vamos a relacionar es una necesidad natural que hoy día se está obviando en aras de un sentido de la privacidad que no tiene «ningún sentido», puesto que si compartes tiempo y espacio con una persona y no sabes quién es, CON TODAS SUS LETRAS, es [i]tu privacidad la que estás perdiendo sin tú saberlo.
Tanto en el ámbito socio-laboral como en el ámbito de lo personal es de vital importancia CONOCER las características vitales de las personas con la que compartimos tiempo y espacio de forma habitual ya que «LA PERSONA» es una entidad unitaria que aporta, allá donde se hace presente, todas y cada una de sus «partes». El hacer conscientes estas «particiones del alma» mediante un protocolo formal de presentación evita cualquier posible fisura en las interacciones personales pero lo más importante es que este sencillo acto de formalidad va a facilitar al máximo la integración de esta persona en el espacio grupal.
Todas y cada una de las personas que tienen problemas de relación en el ámbito de lo personal (soledad, soltería no elegida, divorcios no superados, conflictos familiares o de salud, etc.), o en el ámbito de lo profesional (falta de vocación, despido involuntario, retrasos en la ejecución de nuevos proyectos, bajos salarios, etc.), tienen problemas para presentarse o hacerse presentes…
Una de las capacidades profesionales que tuve que desarrollar debido a la incapacidad que tienen la mayoría de las personas para HACERSE PRESENTES es la de ver más allá de su contorno; esto es, la capacidad de autocompletar su imagen personal o profesional en función del «mundo» que les rodea o complementa ya que es la «otra forma» que tienen las personas de decir ¡qué o quiénes son!...
En este mapa emocional de la persona inconsciente de sí misma no sólo se integra la «gente» que ellos consideran importantes en sus vidas (de vital importancia), sino también las fórmulas preestablecidas que utilizan a la hora de presentarse en público (ropa, gestos, espacios y acompañantes elegidos, música, etc.).
«Al fin y al cabo, una persona SIEMPRE está contando la historia de su vida, sólo es cuestión de saber apreciarlo»
Con el fin de facilitar el acto de ser o existir, nació el protocolo de la presentación y con esa misma intención lo actualizo para aquellos que hoy día quieran ser o existir sin ningún tipo de problemas…
Para ello te recomiendo que, en primer lugar, seas tú quien te presentes formalmente cada vez que tengas o quieras integrarte en un nuevo espacio y que actualices tu perfil o historia personal en forma consciente con cada una de aquellas personas que consideres de vital importancia en el desarrollo de tu vida personal o profesional…
En segundo lugar, te recomiendo que cuando una persona se haga presente en tu vida y adviertas que no SABE de la importancia de este protocolo (vital para el buen desarrollo de vuestra relación), tomes la iniciativa y le INSTES a hacerse presente en tu vida «con todas las de la ley». Si la persona va con buena intención, no tendrá reparos en mostrarte todos aquellos aspectos de su vida que le sean requeridos ya que las personas «de ley» suelen mostrarse transparentes a nada que se les solicite.
Estos son los encuadres o enfoques que toda persona necesita mostrar para hacerse presente:
ENFOQUE PANORÁMICO. Capacidad de ver o verse de lejos: ¿Estudias o trabajas? ¿A qué te dedicas? ¿Te gusta tu trabajo? ¿Te hace feliz? ¿Por qué elegiste esta profesión? ¿Qué te aporta? ¿Qué le aportas tú al mundo al realizarla?
ZOOM O ENFOQUE PERSONAL. Capacidad de ver o verse de cerca: ¿estás solter@, casad@ o comprometid@? ¿Divorciad@? ¿Hijos? ¿Te gustaría cambiar esta situación? ¿Sientes que estás viviendo al máximo tu potencial como persona? ¿Qué te aporta tu familia? ¿Qué le aportas tú a tu familia? ¿Cuál consideras que es tu mayor logro en el plano personal?
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[i] Cuando se comparte en un espacio común con todo tipo de personas, los parámetros de inicio tienden a mezclarse si no se produce una toma de conciencia de los límites de quién es cada «quién». Esto acarrea multitud de conflictos e incidencias en el ámbito de las relaciones que la mayoría de personas no saben esclarecer de dónde provienen.