Tres cosas hay en la vida: Salud, dinero y amor



y el que tenga las tres cosas, que le dé gracias a dios…
Este tema fue muy popular hace tiempo y suele activarse en mi memoria, cada vez que mi mente toma conciencia de haber completado una etapa importante.

Para desarrollar una etapa o proyecto en forma positiva, en primer lugar has de tener salud o motivación suficiente. La energía y experiencia vital necesaria, que te otorga el «querer » algo más en tu vida y te proporciona la intención de ir MÁS ALLÁ. Esto solo sucede si, día a día, mantienes unos hábitos saludables que garanticen el descanso y regeneración de tus constantes vitales.

La buena salud, garantiza un nivel de energía vital que te permite mantener la fe en el mañana.Perdemos la fe-salud cada vez que perdemos el tiempo, la intención o el centramiento en lo que ES prioritario en nuestras vidas. Crecer en la fe es crecer en un hogar donde el respeto y la atención personalizada sean la norma y no la excepción. 

Cuando un joven sale a la vida sin fe en el mañana, (sin luz propia) hipotecará sus recursos vitales aun por desarrollar (su salud futura) a cambio de dinero o de amor. Hipotecará su tiempo-cuerpo en relaciones sexuales, vacías de contenido, en la falsa promesa de encontrar, durante unos pocos minutos, el paraíso perdido.  E hipotecará su alma en trabajos, igualmente vacíos de contenido, con la esperanza de que, gracias al dinero, podrá conseguir el respeto que nunca obtuvo en casa de sus padres

La salud, la buena salud, es la base sobre la que se sustenta la capacidad de encontrar un buen empleo y la posibilidad de conocer el amor verdadero en tu vida. Y, sin embargo, las personas piensan que para ganar dinero, mucho dinero, hay que trabajar mucho y sacrificarse hasta el punto de perder la salud y el amor. O, elegir el camino «fácil» que consiste en vender tu alma al diablo sacrificando tu vocación, a cambio de un sueldo. Sin fe en el mañana, los jóvenes caminan sin ver el «porvenir» y cogen lo primero que les sale; otros, más decididos a «triunfar» empeñan sus años de juventud en comprar títulos y más títulos que les garanticen un futuro brillante…

«La meta a la que todos aspiran, aunque no lo confiesen, es la misma: juventud, belleza, sexo y dinero; cuando más, mejor. Si no lo consigues, eres un fracasado, uno más del montón…»

Y no hay un solo programa educativo (que yo conozca) donde al joven se le formulen estas preguntas y se le enseñe a encontrar respuestas coherentes con un desarrollo armónico:

¿Para qué sirve el dinero? 
¿Qué se entiende por un buen sueldo? 
¿Qué sentido tiene en la vida quedarse sin dinero? 
¿A qué tendría que enfrentarme? 
¿Por qué no lo hice antes de quedarme sin trabajo o dinero? 
¿Qué sentido tiene vivir con lo «justo»? 
¿Qué nos está queriendo mostrar la crisis económica? 



Ciclos vitales y desarrollo económico

Cada persona tiene un proyecto de vida que se desarrolla en 5 ciclos vitales: nacimiento, infancia, juventud, madurez, muerte. Estos ciclos se dividen, a su vez, en diferentes etapas y para superar cada una de ellas, necesitamos «dosis concretas» de atención personalizada. Primero en forma de atenciones maternas, encaminadas al bienestar y equilibrio de nuestras funciones corporales que, como todos sabemos, son la clave para que la mente (o alma) florezca. Cuando una persona crece en un entorno equilibrado, su relación con el dinero no será problemática. Las personas proyectan en su relación con el dinero el deseo insatisfecho de controlar su mundo interior. Piensan que teniendo mucho dinero podrán disponer de todo aquello que les faltó mientras crecían.

¡Básicamente, el sentimiento de ser ellos mismos!


A más negación del SER, más necesidad de TENER. El objetivo de las personas insatisfechas se centra en obtener seguridad, dinero, poder, control, que son los reflejos externos de la falta de vida en el interior. Esta es la base sobre la que se asienta el modelo capitalista, cuya matriz devora el alma de todos aquellos que lo sustentan, que son todos los que, día a día, priman el tener sobre el ser.

Cuando el objetivo real, a la hora de trabajar, consiste en desarrollar una labor social que te enriquezca como persona, que te interese, te divierta, te llene de satisfacción y, a la par, sea la forma en la que aportas tus dones personales a los demás.

En el plano del amor, sucede exactamente lo mismo. Las relaciones se consideran inversiones a corto, medio o largo plazo, «contactos». Y se mantienen en el tiempo, como una red de soporte para los malos tiempos. Si una relación fracasa, se sustituye por otra sin asumir responsabilidad alguna sobre el fracaso y esperando que, la siguiente vez, «haya más suerte».

Mientras somos niños, nuestros padres y educadores son los responsables de aportar las dosis de atención y respeto PRECISAS, que han de llevarnos al estado adulto. Y al llegar la juventud, la vida nos da la oportunidad de ajustar de nuevo las dosis que necesitamos para llegar a la madurez en estado óptimo. Por ello, no cerramos etapas, ni superamos ciclos, hasta que encontramos la fórmula mágica de «salud, dinero, amor» que nos lleve de nuevo al paraíso, pues es allí donde el futuro nos espera si sorteamos todas las «pruebas» a las que la vida nos somete, con tal de mostrarnos el camino hacia la felicidad.  

Si estás en el paro, o te falta amor; si el dinero te viene muy justo y todavía no tienes problemas de salud, pregúntate ¿Qué estoy haciendo con mi tiempo-energía? ¿Dónde la estoy perdiendo? 

Si ya tienes problemas de salud, utiliza sus síntomas para conocer mejor tus necesidades personales o acude a un buen especialista de salud holística. Si logras conocerte mejor, salud, dinero y amor estarán en equilibrio y el planeta te lo agradecerá, pues son las personas felices las que garantizan la continuidad de la vida en la tierra ya que además de necesitar menos cosas, contribuyen al bienestar de los demás, portando su fe en el mañana….