Nacemos ¿Para qué? ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Qué es la vida? ¿De qué está hecha la materia?
Según el diccionario: «Vida. (Del lat. vita). Estado de actividad de los seres orgánicos. Unión del alma y del cuerpo. Espacio de tiempo que transcurre desde el nacimiento de un animal o un vegetal hasta su muerte. Duración de las cosas.»
«Materia. (Del lat. materia). Realidad primaria de la que están hechas las cosas. Realidad espacial y perceptible por los sentidos que, con la energía, constituye el mundo físico. Lo opuesto al espíritu. Asunto de que se compone una obra literaria, científica, etc. Asignatura, disciplina científicas.»
Todo esto es cierto, pero ¿es todo lo que hay?
A estas alturas de la historia podemos simplificar o complicar esta cuestión al máximo. Si un niño le preguntase a su madre: mamá, ¿qué es la vida? Su madre, quizá sorprendida, debería de cogerle en sus brazos, darle un inmenso abrazo, llenarlo de besos y decirle: ¡esto, mi amor, es la vida! Haciéndole sentir que todo lo que necesita para salir adelante está contenido en sus amorosos brazos...
Está claro que si esta misma pregunta la hace un alumno de filosofía, biología, matemáticas, química, física, etc. la respuesta daría para muchas más páginas. Debo de avisar que, cuando un ser humano de cualquier edad o condición se cuestiona por el sentido de la vida, en cualquiera de sus formas (¿qué es? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? etc.), es porque LO HA PERDIDO o lo está empezando a perder.
Si yo os dijera que la vida es plenitud, satisfacción, evolución, entrega y mil formas más de ver y observar la belleza e inteligencia de la creación, muchos podríais pensar que estoy colgada de una ilusión o que estoy en medio de un arrebato místico. Si os dijera que cada vez que una persona no es capaz de observar dicha plenitud, belleza e inteligencia, allá donde pose su mirada, es porque ella misma está incompleta, carente de dichos atributos y que esto es una ley férrea que nos impide acceder a la visión unitaria mientras nosotros mismos no estamos completos...
· No estaría faltando a la verdad…
«Este es el sentido intrínseco del sentido de la vida, en general, y de la vida humana en particular: Nacer y crecer hasta integrar los distintos grados de evolución de la materia, del más denso al más sutil.»
El problema (siempre hay un problema), es que el ser humano en su conjunto, perdió hace mucho tiempo el sentido u orientación de la vida y por eso lleva tanto tiempo de regreso buscando, hasta debajo de las piedras, algo que sólo podemos encontrar en los brazos amorosos de una madre, de un amante, de un esposo, de un compañero o de un amigo.
Si, podríamos reducirlo a eso tan mágico que llamamos AMOR. Y, que desde luego, no tiene nada que ver con el cariño, con el afecto, el roce, la simpatía, etc. El AMOR al que invoco y trato de plasmar en estas páginas es un amor absoluto, incuestionable y, ¿por qué no? «feroz» Y, sin embargo, a la hora de expresarse puede y debe de ser, sereno, sobrio, casi liviano; pues su contacto aligera nuestra alma. Es la misma clase de amor que sienten los dos átomos de hidrógeno y el del oxígeno para formar la molécula de agua (H2O).
Me quedo sin palabras pues la esencia de la vida no está hecha para expresarla en un papel, sino para transmitirla y gozarla en tiempo real…