Biorritmo Invierno. 3
Nacemos y lo único que sabemos con certeza es que tenemos que morir algún día ¿es esto cierto? Puede que hace unos cientos o miles de años si que fuera la única «seguridad» con la que contábamos y por ello, construimos, sobre este eje de nacimiento y muerte, toda una serie de historias (religiosas, culturales, sociales y económicas) que fueron dando sentido a nuestro pasar por la vida.
Pero el «fluir de la historia» nos confirma que, además de un principio y un final (de un nacer y un morir), en la historia de una persona existen unos capítulos o etapas en los que debe detenerse un tiempo para darle consistencia a su caminar por la vida.
Hasta hace relativamente poco tiempo, la vida se contabilizaba por «décadas». Hasta los 10 años, más o menos, éramos niños; de los 10 a los 20 jóvenes y de los 20 a los 30 «vivíamos». De los 30 a los 40 madurábamos y al cumplir los 40 la vida empezaba a declinar y el madurar se convertía, inexorablemente, en vejez. Este ciclo vital, impuesto por las circunstancias externas en las que evolucionamos durante millones de años, sigue interiorizado en el comportamiento humano como si fuera un reloj biológico pero lo cierto es, que tan sólo es un programa cultural, algo fijado en nuestro sistema orgánico por los «siglos de los siglos» (o memoria del inconsciente colectivo)
No está escrito en nuestros genes que, necesariamente, tengamos que envejecer o enfermar al madurar y, si esta premisa se hace realidad, es porque nosotros mismos le damos «crédito» a esta memoria al no actualizar nuestros hábitos y adaptarlos al AQUÍ Y AHORA. La única ley inexorable que la Naturaleza nos impone, una vez nacidos, es la de crecer, desarrollar y, como es lógico, madurar hasta convertirnos en personas adultas. El cómo lo hacemos no está fijado de antemano sino que se decide, día a día, en función de la calidad de los momentos vividos.
Hoy día, es posible nacer sin dolor, crecer y desarrollarse en armonía y, por supuesto, madurar con esplendor. Pero para conseguir este «sueño», que durante milenios el ser humano ha perseguido, es necesario que asumas la responsabilidad de tu vida, tomes conciencia de tu propia realidad y abandones el papel de víctima. En realidad, tienes que abandonar cualquier «papel» y dejar de «actuar» en función de los demás.
Tienes que ser capaz de escribir tu propio guión.
El biorritmo de invierno se acerca y nos invita a sumergirnos de pleno en la elaboración de viejos o nuevos propósitos para que la llegada del nuevo año no nos pille «desnuditos» en un portal de Belén….