
Pero ¿de dónde viene y a dónde va la vida que da forma y hace caminar al polvo?
Al nacer, todos sabemos que algún día tendremos que morir o, por lo menos, vamos tomando conciencia de ello cuando, de forma directa o indirecta, la muerte hace su aparición en nuestras vidas.
Sin embargo, y pese a que el hecho de morir es quizá, lo único que tenemos garantizado en la vida, no nos ocupamos de integrar lo que este hecho implica y la mayoría de las personas llega al momento de su muerte con un ¿por qué a mí? o un ¿por qué ahora? O quizá un ¿por qué de esta manera? que denota una falta de previsión en un tema que, desde un principio, sabemos que tendrá que llegar. Este olvido o ignorancia en el tema de la muerte es la causa directa de la falta de sentido que la mayoría de las personas padece en su día a día y es el responsable de la angustia existencial que, tarde o temprano, (algunos consiguen retrasarla hasta el último momento) aqueja a las personas no-creyentes.
El hecho de nacer a la vida para después encontrarse o pensar que la NADA nos aguarda es, desde mi punto de vista, tan inconsistente con el sentido de la VIDA EN EL UNIVERSO que, cuando se da esta falta de fe significa que la vida de esta persona no tiene propósito alguno en relación a la VIDA (con mayúsculas) de ahí su vacío existencial.
Aun así, estas personas, más tarde o más temprano, se aferran a cualquier tipo de creencias basadas en lo que sí conocen: los hijos, la amistad, el estatus, etc., para poder sobrevivir más allá de sus limitadas vidas.
Es ¡LA VIDA! la que nos llama a través de la vida de nuestros padres y es la vida la que nos dice SI al generar las fuerzas de la naturaleza (moléculas, células, tejidos, órganos, etc.) que darán forma a nuestro cuerpo. Y así comienza nuestra historia, la historia de la que tendremos que responder cuando dejemos este mundo; o de la que tendrán que responder nuestros hijos y conocidos (en caso de que sea una vida sin sentido) cuando traten de integrar nuestra memoria en sus vidas…
«Resulta de una inconsciencia suprema el pensar que la VIDA (o dios para algunos) TIENE QUE DARNOS EXPLICACIONES y esta actitud viene de pensar que nuestra vida es más importante que cualquier otra vida».
Lo cierto es que nacemos para integrarnos en un mundo que ya está habitado y funcionando desde hace mucho tiempo y que este mundo forma parte de un Universo en el que hay todo tipo de vidas, incluida la nuestra. Y aun así, LA VIDA es tan sabía que prevé un tiempo de adaptación a este mundo para que la vida inmortal que es albergada en nuestro cuerpo mortal, tenga tiempo de aprender las condiciones en las que se desarrolla la vida material. La única conciencia a la que la importa nuestra vida es a la nuestra, y será esta conciencia de sí mismo, EL YO, la que nos lleve de la mano y nos conduzca por los caminos de la vida: Yo duermo, yo como, yo leo, yo sufro, yo amo, yo vivo, yo muero y desaparezco y entonces puede que me pregunte:
¿Qué he dejado tras de mí? ¿Ha cambiado en algo el mundo tras mi paso por él? o, ¿he sido yo el que he cambiado?
Si nuestra vida fuera un proyecto de cine, los primeros años de nuestra vida estarían dedicados a estudiar los decorados y a conocer la historia donde el personaje tiene que realizar su interpretación. Tras la infancia y en los primeros años de la juventud, ensayamos distintos personajes para lograr una pose que vaya con nuestra naturaleza más intima. Después se escucha el grito de ¡Acción! Y la vida se integra en LA VIDA para dar lo mejor de sí misma, sabiendo que es importante pararse, de vez en cuando, para escuchar el diálogo de los demás, ya que LA VIDA no es un monólogo ni se desarrolla en un solo acto.
Hay quien piensa que, al nacer, nuestro destino está escrito, fijado por los genes o por un karma, (en ambos casos fruto de la herencia emocional) y esto es cierto para aquellos que lo crean así, pues son nuestras creencias las que construyen el mapa de nuestra realidad. Es la experiencia la que genera la creencia y ésta creencia genera la expectativa de vida con la que la persona sale al mundo. En verdad ha sido así durante millones de años para los millones de personas que nacían esclavos de la memoria no-resuelta de sus padres y vivían para esclarecerla, aunque fuera un poco.
Pero existe la opción, todavía poco explorada, de vivir nuestro propio destino, libres de la creencia del karma o de la influencia de los genes, e integrarse en una vida en la que NADA ESTÁ ESCRITO y en la que el guión de tu vida se va «rehaciendo» en función de las expectativas del UNIVERSO y no de las expectativas de tu ego. Esta opción contempla la vida como un proceso de transformación continuo en la que el ego (yo o voluntad propia) no persigue objetivo alguno y deja que la vida le guie aceptando sus designios como pistas de una inteligencia superior.
- Para elegir esta opción hay que aceptar/saber que LA VIDA tiene sentido y que nosotros formamos parte de los procesos que expresan la vida inteligente en este planeta. Nacemos, crecemos y al caminar nos transformamos; al morir, dejamos a nuestro paso, una experiencia más en el fluir de la vida.
«El personaje vuelve a la tierra de dónde surgió y el actor vuelve a su hogar, a la espera de una nueva vida que experimentar»