La cultura del descanso





Salir al ambiente laboral todos los días (cuando eres trabajador por cuenta ajena) es análogo a subir en un barco en el que tú no eres el capitán; si eres autónomo puede que seas el capitán pero lo único que puedes hacer es llevar el timón pues las rutas del espacio en el que navegas están establecidas de antemano por la evolución de dicho espacio profesional.
El tiempo laboral que se ejecuta diariamente tiene como finalidad «revalorizar» nuestra presencia personal que es el reflejo de todas nuestras capacidades y habilidades personales. Pero después, al volver a casa, hay que transferir esta «ganancia» del espacio público al espacio privado y este proceso requiere de un protocolo especial. Para entenderlo mejor, el tiempo laboral es como el sueldo que recibes por los servicios prestados y, en sí mismo, no tiene ningún valor ya que es lo que haces con el dinero lo que le otorga su utilidad. 

El tiempo laboral tiene un formato particular para cada espacio profesional; este formato lo configuran los códigos lingüísticos y estructuras jerárquicas que caracterizan dicho espacio. Así cada colectivo profesional tiene su «jerga» y sus protocolos de relación: abogados, médicos, maestros, empresarios, autónomos, etc. Pero todos estos profesionales son, ante todo, personas, hombres y mujeres que al terminar el día han de volver a casa para reencontrarse con sus familias. 

Para una mayoría de personas, la jornada laboral diaria es larga y agotadora, incluso podríamos decir que es «esclavizadora» por mucho que al final puedan tener la compensación de un buen sueldo, aunque en muchos casos ni eso; este agotamiento diario conduce al alienamiento mental y es el responsable directo de las crisis de salud que vienen en ayuda del sistema para devolverle su equilibrio. El problema radica en que el sistema de sanidad preventiva que tenemos es nulo y convierte en procesos complejos y cada vez más serios cuando no crónicos, problemas que se solucionarían, en un principio, con una buena dosis de descanso y alejamiento del espacio laboral; pero claro ¿cómo vamos a justificar este gasto sin una «cultura del descanso» como base de prevención de males mayores?

Si el descanso diario es importante, la desconexión del fin de semana es vital para reiniciar el sistema y superar el ritmo semanal. Es en el tiempo del fin de semana donde se transfieren las ganancias emocionales adquiridas en el espacio público-laboral al espacio privado-familiar. (O las pérdidas para los que no consiguen optimizar su día a día).

Los niños y jóvenes que aun no trabajan recargan las pilas durante el fin de semana ya que ellos todavía no revalorizan su imagen personal al no prestar sus servicios a cambio de un sueldo. Su función consiste en crecer y formarse hasta completar el programa establecido por la cultura a la que pertenecen y para recargar las pilas lo único que necesitan es amor (atención consciente en función de la etapa de su crecimiento); cuando el nivel de atención no es óptimo su rendimiento será menor del esperado y si enferman es que los niveles no llegan al mínimo establecido para su condición de estudiantes. 

Aquí añado que ser obeso es una enfermedad que compensa de la falta de atención consciente ya que los niños obesos tienen mucha atención emocional (comida, abrazos, gritos, etc.), pero no se contemplan sus necesidades psicológicas-anímicas. 

Los jóvenes que trabajan y aun viven con sus padres deben de pensar en su futuro y centrar toda su atención en alcanzar un nivel profesional que les permita independizarse económicamente junto a su pareja. Independizarse sin pareja de los padres solo resulta positivo si es por motivos laborales y mantienes una buena relación con ellos; de lo contrario, aunque en lo profesional ganes dinero estarás hipotecando tu área de salud y, con el tiempo, tu área sentimental. En este caso, recargar pilas durante el fin de semana, es el factor que marca la diferencia entre vivir en plenitud o vivir a medias y cada día peor… Siendo los padres los que compensan de primera mano (con su salud anímica y energía), los excesos que estos hijos comentan mientras viven en sus casas.

Por vivir en plenitud entiendo gozar de buena salud, buen humor, relaciones de calidad con tu pareja y, en general, una visión positiva del mundo. 


Por último nos quedan los padres o pareja en cuestión:



Si una pareja tiene hijos es prioritario que regule su tiempo de permanencia en casa poniendo límites conscientes entra la función «padres» y la función «pareja». Desde muy pequeños, los hijos deben de aprender a reconocer la diferencia y respetar la intimidad de sus padres en lo concerniente a su relación personal y son los padres los que tienen la responsabilidad de mostrarles esta diferencia en forma cualitativa y también cuantitativa.


Las parejas estables deben de priorizar el tiempo del fin de semana para intimar y reintegrar el tiempo invertido en su labor pública. Cuando el ritmo semanal es intenso, utilizar la mañana del sábado para descomprimir el tiempo personal realizando labores del hogar, limpieza, compra, etc. y dejar la tarde para intimar. El ejercicio es mejor compaginarlo con la semana laboral pues ayuda a mantener el ritmo.

Intimar por la noche, pese a ser algo habitual por falta de tiempo durante el día, no otorga los mismos beneficios a la recuperación del sistema nervioso. Si hay niños, el domingo por la mañana (si son de los que duermen), también es un buen momento; y como último recurso, antes que naufragar por falta de momentos de calidad, dejarlos con los abuelos o una canguro de confianza. Es en el tiempo de intimidad con tu pareja (pasear, darse un masaje, hacer el amor, ver una peli abrazados, etc.), cuando recuperas el sentido del YO y fusionas en tu interior tu presencia pública (tu perfil socio-profesional), y tu presencia personal (tu perfil físico-anímico); Y cuando estos momentos de calidad no son algo prioritario en tu vida es que algo no va como «debiera» en tu mapa del mundo…

Un periodo crítico para la estabilidad de la pareja es el tiempo de crianza de su primer hijo (0-3 años); la mayoría de parejas no lo superan y acaban transformándose en «padres» para el resto de sus vidas y viviendo de las rentas de dicha paternidad. Hoy día una señal evidente de que la pareja naufraga es la necesidad de ir a por un segundo hijo (con los tiempos que corren) y en estos casos es fácil de observar las carencias provocadas por la falta de estabilidad sentimental de los padres en el desarrollo evolutivo de uno de los hijos y si «aguantan» sólo por los hijos en los dos. El descalabro puede ser de tal magnitud que algunos lo intentan y van a por un tercero con el fin de darle un sentido de continuidad/estabilidad a su vida en común como padres ya que, como pareja «hace mucho tiempo que no se encuentran»… En estos casos el tercer/cuarto hijo suele ser el chivo expiatorio del grupo familiar y en multitud de ocasiones han sido un bebé no deseado que se concibe en un momento de oscuridad emocional y que se contempla como una vía de escape hacia el futuro.

Separaciones y divorcios

Los que apuestan directamente por el divorcio, una vez que los problemas se instalan tras el primer hijo, suelen ser parejas en las que sus padres ya sufrieron mucho a costa de una convivencia «forzada», aunque pueden haberla escondido tras una máscara de familia feliz… (Llegar al divorcio con más de un hijo implica que se luchó mucho por mantener la estabilidad familiar a costa del desarrollo personal). En estos casos, se abren dos carpetas: en la primera se mantiene el archivo problemático de «paternidad» y se archiva toda la movida en relación a la figura del «ex» o la «ex». En la segunda carpeta se abre otra vez el fichero personal y se intenta ser feliz con una nueva pareja sentimental con la que según se decida tener o no tener hijos el tema puede complicarse de nuevo. Aunque, por lo general, el camino suele estar despejado gracias al primer fracaso donde quedan archivados «los malos tiempos…» lo que perjudica de forma directa a los hijos de la pareja separada. 

Cuando tras una separación o divorcio cuesta encontrar de nuevo una relación sentimental o se encuentran pero no se estabilizan hay que revisar los vínculos que se mantienen con la figura del «ex» y asegurarse de que no quedan emociones negativas sin resolver. 

El tema de los hijos «a tiempo compartido» es un tema que no voy a desarrollar aquí por su extrema complejidad y sobre todo porque es un tema que sólo puede enfrentar la pareja que se separa de mutuo acuerdo o los hijos de la pareja separada cuando se hacen adultos. Pero hay que tomar conciencia de que cuando una pareja se separa y los hijos son todavía pequeños, dicha separación afecta la forma en la que sus hemisferios van a cargar la realidad ya que los niños mientras crecen se nutren emocionalmente de la estabilidad de sus padres; aunque por otro lado, convivir en un ambiente irrespirable también tiene efectos negativos en el desarrollo de los hijos. En ambos casos y al llegar a la vida adulta, las personas que crecieron en medio de una relación hostil tendrán serias dificultades para integrar su vida pública en su vida familiar a no ser que resuelvan su mapa emocional en forma consciente.

Y lo de «nos llevamos bien por lo hijos», aunque de cara a la galería funciona y, en verdad, muchas parejas lo intentan de corazón por amor a sus hijos y mejor eso que discutir todo el tiempo, en la práctica, a los hijos no les soluciona el problema y crecer viendo a sus padres «amigos» pero no «pareja» confunde su registro de polaridad sexual ya que, en su interior, madre y padre deben de fundirse en un solo ser para que su integración hemisférica sea un hecho.

Lo cierto es que las personas que provienen de una familia rota o disfuncional tienen muchas probabilidades de no encontrar el punto medio de la vida priorizando el tiempo laboral o el tiempo personal en función del progenitor con el que se sintieran identificados en el momento de la ruptura. 


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Ejemplo: Imagen emocional transferida de la memoria de la madre a su hijo... (este es un caso real y esta madre hoy día tiene una enfermedad degenerativa de la mente)


"La madre va caminando por la calle y una ola gigante lo inunda todo; ella se agarra como puede a los restos de un barco y va flotando entre los restos de los destrozos. En un momento dado, la corriente la encajona entre unos árboles y unas casas en lo que sería una acera donde se acumula el aceite pesado de los motores de un barco que ha volcado. El olor es denso y asfixiante y apenas puede respirar y la densidad del aceite, casi parece brea, la impide nadar y avanzar. Siente como se asfixia antes de morir…"

Probablemente la madre de este chico murió emocionalmente al presente; dejó de ser, de respirar y se convirtió en una muerta en vida, de ahí su enfermedad mental actual. Su hijo sobrevivió como pudo, solo y desconectado de la vida. Probablemente la madre de este chico era una mujer de poca presencia-personalidad a la que el mundo la gente y las circunstancias la superaron hasta asfixiar su propio sentir. Los gases pesados, la ola, etc. son símbolos del mundo emocional, de los ciclos lunares y las mareas que mes a mes traen historias que superar, personales y grupales (noticias, sucesos, etc.), que, aunque no nos lleguen en forma directa (tv..Prensa), sí que nos llegan en forma emocional (pesares)…

Pesares que nos influyen especialmente cuando no tenemos una presencia personal poderosa; las mujeres que en el pasado carecían de conexión con su voz interior y además no tenían una imagen social laboral… solían ser las más sensibles a las mareas emocionales…