Lo mejor y lo peor

LO MEJOR
LO PEOR


En estos días, he finalizado la lectura del libro: La tercera revolución industrial de Jeremy Rifkin y su contenido, ha «revolucionado» los conceptos e ideas que, sobre el desarrollo de las personas y del mundo, había acumulado en mi memoria.


Mientras pasaba sus páginas, la analogía entre el desarrollo personal «sostenible» y el desarrollo sostenible del mundo, se hacía patente ante mis ojos y, a la vez, no podía dejar de sentirme hermanada con este autor, al compartir gran parte (por no decir todos), de los sentimientos e ideas expuestos en su libro.
También, en uno de estos días, paseaba en bicicleta por la orilla del río Turia, siguiendo un camino no asfaltado que lo bordea y, por un momento, me sentí transportada a la época pre-industrial, cuando el ritmo de vida que llevabas al desplazarte, permitía que disfrutaras del viaje. De inmediato pensé, ¿qué pasaría si las personas decidieran, por propia voluntad, recuperar lo mejor de dicho tiempo y, a la par, conservar aquellas tecnologías que, sin dañar el medio ambiente, nos faciliten los trabajos más arduos o mecánicos?

Este es el mensaje implícito en todos los libros de este autor: tenemos que rescatar lo mejor de todas las épocas vividas (lo esencial) y neutralizar lo negativo, «el poso» que toda civilización o cultura arrastra con el paso de los años.


Sonrío al pensar que es la misma labor que se ejecuta en nuestro método de desarrollo personal al que catalogamos de «sostenible» porque vincula el desarrollo de la persona al desarrollo de su familia y de su comunidad; Desarrollo personal que, por supuesto, no se centra en objetivos o proyectos aislados, sino en proyectos de vida vertebrados en un eje que enlaza el tiempo pasado con el presente y con el futuro.


Desarrollo personal sostenible y holístico

Hoy día las palabras sostenible y holístico (por no hablar de ecológico), empiezan a ser corrientes y, por tanto, empiezan a perder el valor genuino que se les otorga cuando son «estrenadas». Cuando el otro día, subida en mi bicicleta, me sentí transportada al siglo XVIII, no perdí la conciencia de todo lo progresado desde entonces por el grueso de la humanidad, lo que experimenté fue la conciencia «de todo lo que habíamos dejado atrás» al adentrarnos en el camino del progreso y, en ese preciso instante, supe que estaría dispuesta a recorrer el camino de vuelta cuando fuera necesario.

La humanidad se enfrenta a un RETO (así con mayúsculas) no superado, hasta ahora, por ninguno de nuestros ancestros. En este camino que nos aguarda, no podemos invocar sus memorias para que nos iluminen pues todos ellos lo intentaron y no lo consiguieron: El reto de sumar todo lo mejor que hicimos y vivimos y eliminar o restar todo lo peor que hicimos o vivimos…

 ¿Cuál piensas que sería la diferencia, de cara al futuro, si logramos superar este RETO?

Si no sabes por dónde empezar, te recomiendo que empieces por tu propia vida y que pongas tus «cuentas» al día. Empieza por lo personal y cuando acabes sigue con tu espacio profesional, y no te demores, pues el reto comienza ¡YA!...

Y con cada invierno que acumulas en tu memoria biológica, se hace más y más necesario no tener deudas con el pasado.

Este es el sentido holístico del Biorritmo de invierno y es el sentido genuino de la palabra «sostenible»: 

¡Vive al día! ¡Vive sin deudas morales o económicas! 

Acaso, ¿hay alguna diferencia?

Cada año que pasa nos quedan menos espacios libres donde la Naturaleza puede mostrar, en todo su esplendor, lo que son los intercambios justos. Ella es la mejor maestra de economía sostenible y recuperar nuestra naturaleza «salvaje» o esencial es la clave para recuperar no sólo la salud personal, sino también la de nuestro planeta.